Practicar Zen tiene consecuencias tanto en el plano mental como en el físico. La primera consecuencia es la liberación de los miedos personales. La aplicación a la práctica de artes marciales, y en concreto, al Iaido, supone el guardar la debida compostura ante el ataque del adversario. Podría llamarse a esto "tener sangre fría" o "mantener la cabeza fría". El miedo paraliza nuestros músculos y nuestros reflejos; la práctica en Zazen, quedándonos quietos y en equilibrio físico, respirando sosegadamente, ayuda a la mente a conseguir ese estado de quietud tan necesario para afrontar cualquier contingencia. La interacción mente-cuerpo aparece pocas semanas después de iniciar la práctica, aunque el dominio total requiere años de dedicación. Por eso debe estar ligado el progreso en el plano técnico, con el desarrollo del espiritual, ya que el uno sin el otro no nos proporciona la auténtica herramienta para vencernos, y a través de nuestra victoria sobre nosotros mismos, vencer al contrario.
De acuerdo con las enseñanzas del Soto Zen, con la práctica en Zazen se inicia el auténtico estudio del Zen. Se propone normalmente la práctica de media hora diaria al menos, lo que no es demasiado si tenemos en cuenta que en los monasterios Zen dedican a su práctica unas seis horas diarias.
La forma de sentarse puede variar, pero normalmente se utilizan las posturas Pandmasana o "del loto" (nada fácil por cierto, si no se tiene buena flexibilidad articular y tono muscular), la postura Svastikasana o postura "del medio loto", más facil que la anterior, y la postura Zazen , de rodillas o Vajtasana, que es la más fácil de todas, o por lo menos la que mejor nos permite mantener la espalda erguida.
Los criterios exigidos para adoptar cualquiera de ellas son:
1º.- Las rodillas deben tocar el suelo, y si ello resulta dificil, podemos ayudarnos de un pequeño cojín o Zafu entre nalgas y talones.
2º.- La columna vertebral debe estar derecha y el abdomen relajado, el mentón ligeramente retraido y la cabeza recta, con los hombros relajados y nunca caidos hacia el interior del pecho.
3º.- Las manos apoyadas una sobre otra, de forma que la mano izquierda con la palma hacia atrás descanse sobre la palma de la mano derecha, con los pulgares en contacto. Ambas manos deben descansar sobre los muslos y deben situarse cerca del Hara o Seika Tanden.
4º.- La boca debe permanecer cerrada, sin tensión, y la lengua en contacto con el paladar, procurando relajar todos los músculos de la cara.
5º.- Finalmente, los ojos deben estar entreabiertos, mirando un punto fijo situado a unos dos metros delante de nosotros, pero sin centrarse en ningún detalle específico de dicho punto.
Una vez adoptada la postura, debe mantenerse una respiración profunda, regular y completa, llenando los pulmones desde su parte inferior hasta la superior, sin subir ni tensar los hombros en la fase final de la inspiración. Hay que respetar las tres fases de la respiración, esto es, inspiración, retención del aire y expiración. El ritmo de respiración puede variar dependiendo del nivel de aprendizaje, e incluso dentro de una misma jornada, probando diversos ritmos en el ciclo inspiración-retención-expiración.
Insistir en que en la práctica del ejercicio de respiración, que debe ser completa (de abajo hacia arriba), la posición no debe variar nada. No es fácil conseguir la quietud completa, sobre todo al principio, pero hay que intentarlo.
En otro artículo veremos más adelante y con mayor profundidad la práctica de la respiración, y paralela a ella el "entrenamiento del vientre" o Haragei, que busca la concentración y control de la energía del cuerpo (Chikara). Es uno de los aspectos más importantes de la práctica Zazen para cualquier budoka, que por desgracia se suele dejar de lado en la mayor parte de los Dojos de occidente.
Con estos apuntes de hoy, ya tenéis suficientes elementos para iniciar el camino.
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