domingo, 1 de marzo de 2015

LA PRÁCTICA DEL KATA

La traducción más clásica de la palabra japonesa 'Kata' es "forma". Su propósito es la repetición de determinadas acciones en una misma secuencia, y a través de ella conseguir interiorización y armonización de las técnicas que lo conforman. Los "katas" o "formas" no son específicos de tal o cual arte marcial: su práctica se ha incorporado desde hace muchos años a prácticamente casi todas las disciplinas marciales clásicas.
Según el practicante interioriza las técnicas en la secuencia correcta, con los movimientos y respiración correctos, con la posición del cuerpo y la predisposición de espíritu adecuados, va al mismo tiempo adoptando su propio "ritmo".  Sensei Hiruma decía en un curso, hace pocos años, que lo que diferenciaba a unos iaidokas de otros, era, en general, que cada uno de ellos, logrado suficiente nivel, desarrollaban su propio "gusto". Entiéndase esa palabra como "ritmo", como comprensión de la situación dramatizada a través del kata, cada cual con su propio espíritu y con acento en determinadas técnicas.  Sensei Hiruma renunciaba a entender la unificación preconizada por la Z.N.K.R., como una "fábrica" de iaidokas; si bien la codificación escrupulosa de las técnicas es precisa para que los practicantes, a nivel mundial, no se alejen de un estandar de ejecución.  Ello no quiere decir, por consiguiente, que todos ejecuten (considerado cierto nivel técnico relacionado con un Dan) los katas de la misma manera. De hecho, no hay que hacer más que mirar en uno de los vídeos que os propuse hace años, cómo distintos maestros ejecutan el kata Ryuto, de Omori Ryu.
El desarrollo del propio ritmo en las diferentes fases del kata, es tarea importante una vez conocidas y dominadas las técnicas. Encontrar diferentes  maneras de utilizar las técnicas y determinar cómo los cambios nos pueden afectar en su variada ejecución. De alguna forma se trata de "ver más allá", de "ver las posibilidades ocultas" de las técnicas vertidas en el kata.  Desarrollar versatilidad, porque en un combate real siempre nos encontraremos con situaciones que de forma espontánea serán distintas, tal como nos sucede en la vida diaria. Necesitamos aprender a flexibilizar mente y cuerpo para salir victoriosos de esas situaciones.
Cuando efectuamos técnicas de defensa, aprendemos a captar como una defensa puede transformarse en ataque, y viceversa.
Pero... no tengamos prisa por llegar a este comprendimiento, ¡no quememos etapas! Siempre es importante tener las ideas claras y los pies en la tierra, y conseguir dominar los fundamentos básicos de las técnicas, e ir desarrollando el espíritu. Antes de aprender a andar, se suele gatear primero...

Shyu-Ha-Ri  es como se denomina a este proceso de crecimiento personal y desarrollo técnico, en el que no se debe quedar nadie perdido por adolecer de un espíritu poco sensato. Correspondería, en general, a las distintas fases de la vida por las que pasa cada ser humano.

La traducción de SHYU correspondería al concepto de "proteger" , es guardar o seguir lo que los maestros, o nuestros padres, nos han enseñado. Abrir nuestro corazón a la aceptación del sistema de valores, de técnicas, o consejos propuestos por "nuestros mayores", para evitar el mal que nos encontramos en el mundo.
La traducción de HA correspondería a "romper".  Aunque se vaya desarrollando el propio "gusto", como decía sensei Hiruma,  la propia "manera de hacer", se mantiene un compromiso y se siguen las enseñanzas del sensei. Se pueden probar distintas ideas, técnicas, etc., pero aún no se debería abandonar a nuestro maestro ni sus enseñanzas. Se pueden investigar y probar las propias ideas para ver cómo funcionan, y sin embargo continuar bajo el liderazgo del maestro, o de nuestros mayores...Se comienza a explorar la propia individualidad, y el sensei, que percibe ese desarrollo,  vigila para que el alumno no se pierda por senderos fáciles pero que pueden no conducirle a ningún sitio, o hacerlo a lugares (no solo físicos) poco deseables.
La traducción de RI, correspondería a "partir" o "marcharse". Es cuando uno debe tomar su camino, cuando el maestro no tiene más que enseñar al alumno o los padres más que educar a sus hijos. Cada uno es entonces responsable de sus actos y desarrolla su existencia donde otros pueden llegar a pedir su ayuda y soporte. Aún manteniendo el respeto a los maestros, el alumno "parte".
Este ciclo continúa y se repite entre generaciones. Los alumnos se convierten en maestros y la rueda gira de nuevo, transmitiéndose las enseñanzas y el espíritu de la técnica de unos a otros.
Algunos  practicantes emplean más tiempo en la primera etapa; otros necesitarán más tiempo en alguna de las otras, pero eso es normal ya que todos somos distintos. También por ésto, cada uno tiene y desarrolla sus propias percepciones o sensaciones en cada una de esas fases.
El "kata", por tanto, no debe entrenarse como una acción mecanizada, día tras día, año tras año. Hay que aprender a sacarle "su jugo", aprender a desarrollar el "sabor" de cada practicante, y que los realizados un día no sean iguales que los del día anterior. Hay que poner todo el espíritu en cada ejecución, y un propósito como meta: el de superación física y espiritual. Ser útiles y ayudar a los demás cuando nos necesitan, y en el sentido que nos requieran. No creamos que solo por conseguir una ejecución que se nos antoje "brillante" de un kata, ya somos mejores, mientras las demás variables fallan.

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